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Eutimia testimonio personal

Presentamos a continuación el testimonio de un paciente que accedió a escribir sobre su experiencia con la enfermedad. Nos parece interesante aportarlo aquí porque además de compartir su vivencia personal, añade los aprendizajes que ha hecho en relación a cuál sería desde su punto de vista la mejor forma de tratar la enfermedad y alcanzar la eutimia. Esperamos que sea de vuestro interés y aprovechamiento.

 

Mi experiencia con el trastorno bipolar

 

“El trastorno bipolar ha sido un evento fundamental en mi vida.

 

Y no la ha empeorado. Aprender a superarlo la ha mejorado.

Me diagnosticaron la enfermedad con 29 años, ahora tengo 45.

 

¿Cómo surgió? ¿por qué? ¿cómo me hice bipolar?

 

Creo que, en mi caso, está asociado a una falta de conexión con los demás, y a una falta de amor por mí mismo y el estar siempre cumpliendo expectativas de los demás. Y así, una vez que encontré un gran amor, lo que yo creía el amor de mi vida, con un enamoramiento exagerado, y romperse la relación, mi mente estalló y tuve mi primera crisis maníaca.

Mi primera crisis y la más fuerte: sentí que me explotaban las emociones, que dentro del cráneo tenía cristales molidos. Que algo fundamental se había roto, que había despegado de la tierra hacia la irrealidad.

 

Después, en estos 15 años han habido otras crisis periódicas, unas de manía y otras de depresión. Con el tiempo he ido aprendiendo a mantener la enfermedad “a raya”, bajo cierto control. Ahora estoy estable. Ya va para tres años que no tengo crisis, ni hacia arriba ni hacia abajo. Ya no me siento tan solo. Estoy en paz conmigo mismo, cada vez más. Pasar por las sucesivas crisis te va fortaleciendo, vas aprendiendo.

Aquí escribo mis lecciones, lo que yo he aprendido:

 

  • Después de un equilibrio viene una crisis, que nos empuja a buscar un nuevo equilibrio. Así, siempre estamos cambiando, estemos estables o no. La crisis es una oportunidad para empezar a vivir la vida que queremos vivir, una que tenga más sentido para nosotros, Para acercarnos a ser lo que realmente somos. Bienvenidas pues las crisis, las enfermedades, los diagnósticos.
  • Los diagnósticos son paquetes de etiquetas. Las etiquetas no es lo que somos, son solamente nombres, un intentar entender.
  • Pero cuidado con identificarnos con las etiquetas, o que los demás nos identifiquen con ellas. Cuidado con los estigmas sociales. Yo por ejemplo soy selectivo en decir que tengo trastorno bipolar. Se lo digo a un recién conocido si me inspira confianza o amistad, pero no lo digo en el trabajo.
  • Me ayudó el empezar de cero en un sitio nuevo donde no me conocía nadie. Donde no tenía la etiqueta de loco: Berlín. Y después: Palma.
  • Vivir con la amenaza de la crisis bipolar: no tengo miedo, porque acepto lo que pueda venir: que será, será. Me vuelvo cada vez más inmutable, más ecuánime. Entonces el miedo pierde su poder.
  • Me horripilan las instituciones mentales, ser encerrado me parece anti terapéutico, anti humano. Procuro no ser encerrado. Por eso, si me empiezo a ver mal (o demasiado “bien”… Mucha energía, inquieto, demasiado irritable, etc.) voy rápido a mi médico psiquiatra. Antes de que me encierren a la fuerza.
  • El psiquiatra. Debo tener una relación de confianza con él o ella. Si me asignan a uno nuevo y no me gusta, o no confío en él, no es empático conmigo, procuro cambiar a otro.
  • Además me parece vital el hacer psicoterapia. Como aquí la sanidad pública carece de programas y recursos, me busqué una psicoterapeuta privada. Para mí, el tratamiento del trastorno debe ser 90% psicoterapia y el 10% medicación. Aunque la medicación es necesaria como medida de prevención de más crisis. Yo sigo tomando la medicación que me dan, a rajatabla.
  • También es importante seguir unas reglas higiénicas: dormir bien, comer bien, no tomar alcohol y otras sustancias de forma compulsiva o excesiva. Cada uno que marque sus propios límites. También es bueno hacer ejercicio.
  • Relaciones sociales: que sean sanas. Además puede ser un buen medidor de cuando entramos en crisis porque nos empiezan a ver conductas raras y que se daban en anteriores crisis.
  • Encauzar la Creatividad a algo: pintar, modelar, escribir… lo que sea. Dejar salir lo que nos bulle por dentro.
  • Algunos libros me han servido: recomendaría los de Eduardo H. Grecco: “Despertar el don bipolar”, “La bipolaridad como don“.
  • El trastorno bipolar me ha hecho mejor persona, más compasivo conmigo y con los demás, y menos juzgador.
  • Me ha ayudado a no fiarme tanto de la mente, a des-identificarme de la mente, “ yo no soy mi mente”. También me ha hecho buscar un camino espiritual.
  • Me ha dado “una cura de humildad”. Yo que me creía tanto, tan superior, tan inteligente. Ahora solo soy… yo. Intento no compararme con los demás. Cada uno libra sus propias batallas, Que a menudo desconocemos.
  • Cada vez más, voy dejando de buscar. “Me siento en una silla al lado del camino, tranquilo, a observar como el viento y la lluvia destruyen poco a poco la casa que construí con barro y paja. Y me sonrío locamente”. Todo lo que encuentre o que venga, bienvenido sea.
  • Y por último daría este consejo a cualquiera con transtorno bipolar: CONFÍA. Ten confianza. En que vas a mejorar, en los médicos, en tu capacidad de sanar, en los medicamentos, en tu familia y amigos, en tu propio poder, en el futuro.»